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domingo, 14 de febrero de 2016

Dedicado a todas esas personas que nos dedican un poco de su tiempo.

Cuando tocamos las puertas de la gente nunca sabemos lo que nos vamos a encontrar. La gente suele sentir miedo y desconfianza hacia la persona que toca su puerta, pero olvidan que ellos se encuentran seguros en el interior de su humilde castillo, mientras que nosotros estamos en la calle o en el rellano, un lugar no tan seguro. Además, cada vez que llamamos a una puerta, desconocemos por completo a quién nos vamos a encontrar y no sólo me refiero a las personas que viven en su interior sino también a los animales que les hacen compañía, algunos de ellos verdaderos peligros para el desconocido que llama a la puerta. De hecho, alguna que otra vez nos hemos visto en peligro por culpa de alguno de esos animales que salen despavoridos hacia la puerta cuando su amo abre la cerradura.
En una ocasión incluso me llevé una mordida, por suerte era invierno y sólo consiguió agarrarme la manga del polar, aunque llegué a sentir la presión de sus dientes en mi muñeca. Lo peor del incidente no fue el susto que me dio el perro, si no la reacción de sus dueños: “cierra la puerta” –dijo la mujer-, “no deben ser buenos cuando el perro le ha atacado”. Estas palabras tuvimos que comernos cuando acababa de atacarme el animal y sus dueños, tras retirar al perro, nos cerraban la puerta en las narices sin interesarse si el animal me había hecho daño y sin dignarse a darme ni una palabra de disculpa. Algo similar le ocurrió a Cristina, también con otro cánido, sólo que a ella la mordida fue en el tobillo y tampoco llegó a perforarle la piel.

Es muy frecuente que no nos abran la puerta y suele suceder que las conversaciones animosas e incluso, a veces, el jolgorio que se escucha al otro lado del umbral se convierte en un silencio casi sepulcral nada más tocar el timbre.
Unas veces no se escucha nada más, pero sabemos que alguien nos observa a través de la mirilla, en otras ocasiones se escuchan unos pasos que, a pesar de llevar la intención de ser silenciosos no llegan a serlo, otras, se oye la abertura de la mirilla y en contadas ocasiones tras el silencio se oye la voz inocente de un niño o niña que dice a su madre: “¡mamá abre, que han llamado a la puerta! ¡Mamááá´…! ¡Abreeee…!”. Si la madre o el padre, descubiertos por la inocencia de su hijo/a, sienten un mínimo de vergüenza  te abren la puerta. A veces, escuchan lo que tienes que decir, pero la mayoría de las veces te despachan con un “me pillas en mal momento”, “estoy dando el pecho a mi hijo”, “tengo al niño en la bañera”, etc. Sabes que te ha mentido, le das las gracias por abrirte la puerta y te marchas. Pero, la gran mayoría de las veces la puerta no se abre, a pesar de la insistencia de esa personita que desesperada sigue diciendo a su progenitor que abra la puerta y tras esa insistencia se suele escuchar el llanto desconsolado de ese inocente que ha sido castigado con un cachete por descubrir que hay vida tras la puerta.

Por cosas como estas, Cristina y yo queremos agradeceros las palabras de ánimos que nos dais cuando irrumpimos en vuestros hogares, pues, tras tocar vuestras puertas, nos acogéis con simpatía, buen agrado y disposición para oír lo que tenemos que decir. Nos compréis el libro o no, agradecemos enormemente vuestra simpatía y apoyo.
Quisiéramos mencionar algunas de esas demostraciones de cariño y simpatía:
-Hace unos meses al llamar a la puerta de una casa, nos abrió una mujer y nos dijo que tenía poco tiempo, estaba a punto de marcharse al hospital para cuidar de su madre enferma. Aún así nos atendió y tras oír el argumento de nuestro libro decidió comprarlo. Hace unas semanas volvimos  a su casa para ofrecerle la segunda parte de la historia. Esperábamos recibir las respuestas habituales: no he tenido tiempo de leerlo, ahora no puedo atenderte, pásate otro día que aún no he cobrado…, pero nos acogió con entusiasmo y nos confesó que aquella misma noche se había llevado el libro al hospital y la historia la había atrapado. Nos dijo que llevaba tiempo esperando que volviésemos a pasar por su puerta para conseguir la segunda parte del libro.
-En otra ocasión, pasamos con la 2ª parte del libro por casa de una enfermera. Llamamos al telefonillo y nos identificamos. Al otro lado se oyó un grito de alegría. Mientras esperábamos que nos abrieran el portón de acceso al patio que precede a la vivienda, nos pareció oír a un niño gritar de alegría mientras se dirigía a saltos hacia la verja. Nuestra sorpresa fue mayúscula al descubrir que no se trataba de ningún niño, si no de aquella enfermera que meses atrás nos había comprado la 1ª parte del libro. Alabó el libro y se sorprendió de que una historia tan buena no fuera más conocida porque ninguna editorial se había interesado por ella.
-Hubo un hombre que nos compró el libro más interesado en hacernos un favor que en el argumento que yo le había narrado y así nos lo hizo saber: “dudo mucho que me guste la historia, pues no es lo que suelo leer”. Pues bien, hace unas semanas pasamos por su casa para ofrecerle la continuación de la historia, con la sensación en nuestra mente de que no le iba a interesar, pero llamamos al telefonillo y nos hizo subir hasta su casa. Nada más abrirnos la puerta nos dio la enhorabuena por el libro y dijo textualmente: “es una maravillosa historia de amor que todo el mundo debería conocer. Ha sido un placer leerte. Claro que te compro la segunda parte, ¿cuándo vale?”. Doce con cincuenta, le dije. “Con gusto los pago” me respondió. “Felicidades y cuando tengas otro libro estaré encantado de leerte”. Me tuve que esforzar para no llorar. Sus palabras me emocionaron tanto que mis ojos se llenaron de lágrimas y tuve que hacer un gran esfuerzo para no derramarlas frente a él.
-Hace unos meses conocimos a Miguel, un chico que creo recordar no llega a los diez años, pero que nos ha llenado el corazón con su entusiasmo. Su madre nos abrió la puerta y se interesó por el libro, me preguntó que si le iría bien a su hijo y le dije que si era más despierto que los chicos de su edad entendería el libro. La madre le hizo venir a nuestra presencia y le relaté el argumento del libro. Su mirada se iluminó tras escucharme y le dijo a su madre que le interesaba. Ella accedió a comprarlo, pues a pesar de su corta edad, a Miguel le encanta ver documentales de ciencia y leer libros destinados a un público de mayor edad que la suya. Estuvimos un buen rato hablando con sus padres y descubrimos que Miguel tiene una mente mucho más madura y despierta que la edad de su cuerpo.
La semana pasada volvimos por su casa, llamé al portero y me identifiqué frente a la voz de un niño, “¡Mamá, mamá! ¡El escritor de libro!” –gritó con entusiasmo mientras pulsaba el botón para que entrásemos en el portal. Al llegar a su puerta nos recibieron él y su madre. El chico estaba entusiasmado con nuestra presencia,  incluso fue a buscar el libro para enseñarnos por dónde iba leyendo. Nos dijo que le estaba encantando, pero que no había llegado más lejos porque con tantas actividades sólo tenía los sábados para leer.  Nos dijo que le gustaba mucho que el libro tuviera palabras científicas y le gustaba aún más que en la misma frase se explicase su significado porque así no tenía que consultar el diccionario sino que aprendía su significado simplemente con seguir leyendo. Me llenó de orgullo que aquel chico me confirmase que mi forma de plasmar aquellas palabras con sus definiciones integradas en el texto de los personajes estuviera cumpliendo mi objetivo de enseñar un poco de ciencia sin llegar a aburrir.

-Esta última semana ha sido una de las más difíciles de este mes para vender libros, pero también la más satisfactoria gracias a tres de esos fantásticos lectores. En primer lugar visitamos a Carmen, una chica de 11 años cuya madre es profesora de primaria. La semana pasada estuvimos en su puerta, pero su madre nos pidió que volviésemos ésta para que Carmen estuviese presente cuando le llevásemos la 2ª parte del libro, pues ella misma había informado a su madre de la existencia de dicha continuación y su deseo por conseguirla.  Llamamos al telefonillo y nos atendió Carmen, la ilusión se notó en su voz cuando sin soltar el auricular informó a su madre de nuestra llegada. Una vez en su casa, la chica se mostró tímida, pero ilusionada. Su madre nos comentó que a ella también le gusta escribir y dibujar, es una pequeña artista en potencia.
He de admitir que me puse bastante nervioso mientras su madre nos contaba lo mucho que a su hija le había gustado el libro, por lo que mi mente se bloqueó y mi dislexia hizo acto de presencia. Estuve un buen rato intentando deshacer ese nudo en mi cerebro y escribir la palabra correctamente, pero creo que al final mi dislexia se impuso y el significado de dos palabras distintas, pero similares en escritura acabaron por mezclarse y creo que al final te dejé una dedicatoria con una falta de ortografía producida por esa dislexia que en mi infancia me hacía confundir el 12 con el 21 y me obligaba a pasar una hora más en clase todos los días. Más  tarde, a medida que fui creciendo mi dislexia se complicó y comencé a escribir juntas palabras que iban separadas y viceversa.  Al final acabó degenerando en escribir palabras inventadas al mezclar palabras similares con significados distintos  o en cambiar de sitio las letras de una palabra. Quiero aprovechar este momento para pediros perdón a todas aquellas personas que recibís un tachón o una falta de ortografía en vuestras dedicatorias por culpa de mi dislexia.
La siguiente persona a la que visitamos fue a José María, un joven músico que intenta transmitir sentimientos con su música sin necesidad de usar una sola palabra y que nos transmitió su admiración por todas aquellas personas capaces de escribir una historia, pues él que ha intentando en más de una ocasión escribir una canción con palabras ha visto la dificultad que entraña y al final no ha conseguido llegar a término. La primera vez que llamamos a su puerta nos abrió su mujer y él vino tras ella a interesarse por el libro. En aquella ocasión nos compraron el libro y nos alentaron a seguir adelante, mostrándonos su apoyo y admiración por lo que estábamos haciendo, pues sabían de la dureza de vender nuestro libro puerta por puerta. En esta ocasión José María no fue más escueto sino todo lo contrario, una vez que él y su mujer habían leído la primera parte de la historia estaban encantados con ella y deseando leer la continuación. Nos alabó tanto y apoyó con sus palabras que una vez más me emocioné y mis ojos se llenaron de lágrimas.
Después pasamos por casa de Neftalí, curioso nombre para un español, que a mí personalmente me gusta, aunque no lo había oído nunca en un español. El mismo Neftalí no salía de su sorpresa y no entendía  por qué su madre había decidido ponerle aquel nombre cuando nada tienen que ver con ninguna cultura de origen hebreo. Lo cierto es que a Neftalí no lo conocimos en un primer momento sino que fue su pareja Carmen la que nos había atendido en la puerta de su casa. Frente a la imposibilidad de adquirir el libro en aquel momento nos había pedido nuestro número de teléfono. Nos despedimos de ella y nos fuimos a otro edificio. Minutos más tarde, recibo una llamada de un chico que dice ser la pareja de Carmen y nos pide por favor que volvamos a pasar por su casa, pues quiere regalarle nuestro libro a su pareja. Al regresar, nos confiesa que su pareja se acaba de marchar y que él quiere regalarle el libro.
Cuando volvimos a pasar por casa de Neftalí nos dijo que no estaba seguro de si Carmen había terminado el libro, pero que si sabía que estaba bastante entusiasmada con él, pues con frecuencia le contaba algo de el libro, algo que él no quería oír porque le quita la intriga si al final él decidía leerlo, aunque nos confeso que en su empleo de informático tenía que leer muchos textos en inglés y llegaba saturado a casa de tanta lectura. Es un chico encantador este Neftalí, estuvimos una media hora hablando con él, nos compró la segunda parte del libro, reconoció nuestra labor, nuestro esfuerzo y nos deseó toda la suerte del mundo.

Esta es una pequeña muestra de las fantásticas personas que nos encontramos de vez en cuando en nuestra aventura de difundir nuestro libro.

En el camino también nos hemos encontrado con lectores que, a veces nos dejan que le contemos de qué va el libro y en otras ocasiones ni siquiera nos dejan hablar, aunque coinciden en decirnos que ellos no leen ningún libro a menos que se lo recomiende alguien o sea conocido. Algunos incluso nos dicen “no es por desmerecer tu trabajo, pero no leo libros si no tengo una referencia”, imagino que así piensan que no te hacen daño, pero sienta muy mal que te digan esas cosas, porque sean conscientes o no, dan a entender que, como el autor es el que vende directamente el libro por la calle, el libro no debe ser bueno. Si un autor conocido y de renombre llamase a su puerta ofreciéndoles su libro lo comprarían sin pestañear, pero seguirían sin tener la garantía de que la historia les fuese a gustar, eso sí, se sentirían orgullosos al relatar como el escritor llamó a su puerta.
Personalmente he leído libros con el membrete “Best seller” que a mi juicio no valen eso, he leído libros  recomendados que no me han gustado nada. Es cierto que un libro recomendado puede tener cierta garantía, pero no siempre es así, puesto que es muy difícil gustar a todo el mundo.
Os he puesto algunos ejemplos de personas a las que les ha gustado la historia, pero también las hay a las que no les ha gustado, es algo lógico y normal, no todos tenemos el mismo gusto.
Hace unos días, visitamos a un hombre para ofrecerle la 2ª parte y a la pregunta: ¿le ha gustado el libro? Nos respondió:”regular, demasiada fantasía para mi gusto. No voy a querer la 2ª parte”.
Si lo pensamos un momento, vivimos constantemente en un mundo de fantasía, pues nuestra mente está continuamente elaborando hipótesis, ilusiones, expectativas que son en sí fantasías y que sólo se convierten en realidad si día a día encaminamos nuestro trabajo, nuestro esfuerzo y nuestra ilusión en hacer realidad esas fantasías: un trabajo mejor, una pareja a la que querer y que me quiera, una casa en el campo, llevarme bien con mis hijos, ser feliz aunque el día a día haga que me cueste llegar a fin de mes.

La vida tiene mucho de fantasía y, a veces, la fantasía de los libros tiene mucho de realidad.

Tampoco hace mucho que visitamos a una chica para ofrecerle la 2ª parte. La primera vez que la vimos nos recibió muy cordialmente, nos compró el libro y nos indicó en qué puerta podían comprarnos el libro. Pues bien, cuando volvimos y tocamos el telefonillo, nos dijo que empezó a leer el libro y no lo acabó. Nos dijo como con miedo que no quería la 2ª parte y nos quedamos alucinando por el trato recibido, pues parecía que la chica al hablar con nosotros había estado hablando con el mismo demonio. Digo esto, porque es lo que sus palabras nos hicieron sentir, transmitían miedo y desconfianza. No entendemos por qué, parece que el libro le dio miedo y no lo acabó.

En alguna que otra ocasión nos han dicho que el libro es muy infantil. La verdad es que no veo qué tiene de infantil, a menos que se refieran a que es muy fantasioso. En ese caso admito, que tiene fantasía, pero no todo lo que parece fantasía en el libro lo es, hay mucho que, aunque no lo parezca, es real.


Muchas gracias a tod@s por vuestro apoyo.

4 comentarios:

  1. Acabo de abriros la puerta, os pido perdón porque me he quedado descolado y sin saber reaccionar.

    Espero disfrutar mucho de vuestro libro, me ha enganchado la idea sobre la que versa y también me ha enganchado esa paz, esa energía positiva que ambos desprendéis.

    Mucha suerte con el libro, que sin conoceros en absoluto, estoy seguro que os la merecéis.

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    1. Muchas gracias por tu apoyo. Esperamos que te guste la historia.
      Saludos de Juan y Cristina.

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  2. El 7 de agosto llamaron a nuestra puerta, dos días antes nos habíamos casado y en mi casa había muchísima gente,mi ya marido fue a abrir la puerta y se encontró a una pareja muy simpática que quería vender un libro,la sorpresa se la llevo al descubrir que era el propio autor el que vendía su novela,que iba casa a casa,puerta a puerta vendiendo su obra,la idea le pareció genial y no dudo en comprar el libro. Cuando se despedido y entro,me enseñó el libro y me contó que era el autor del libro el que se lo había vendido,sin dudarlo le dije que saliera y le pudiera por favor que nos lo firmara, salimos los dos y he de decir que ya me encantaron las palabras que utiliziraon para contarnos la historia de ka que se trataba el libro que en mi luna de miel me hacia fantástico los ratitos de lectura que iba encontrando.Sin duda un libro genial.Ojala tengáis muchísima suerte.Un saludo y estaré encantada de poder leer mas libros de usted.

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    1. Hola Rocío, nos alegra mucho que te haya gustado la historia y nos halaga que la hayas leído a ratitos en vuestra luna de miel.
      Gracias por hacernos un hueco en esos días tan importantes de vuestras vidas.
      Saludos y agradecimientos para ti y para José Luís por confiar en nuestro libro.
      Si os interesa la 2ª parte de la historia envíanos un correo a edicionmarsupio@yahoo.es y os la llevamos a casa.

      Esperamos que os vaya muy bien en vuestra vida.

      Saludos de Juan y Cristina.

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