Cuando
tocamos las puertas de la gente nunca sabemos lo que nos vamos a encontrar. La
gente suele sentir miedo y desconfianza hacia la persona que toca su puerta,
pero olvidan que ellos se encuentran seguros en el interior de su humilde castillo,
mientras que nosotros estamos en la calle o en el rellano, un lugar no tan
seguro. Además, cada vez que llamamos a una puerta, desconocemos por completo a
quién nos vamos a encontrar y no sólo me refiero a las personas que viven en su
interior sino también a los animales que les hacen compañía, algunos de ellos
verdaderos peligros para el desconocido que llama a la puerta. De hecho, alguna
que otra vez nos hemos visto en peligro por culpa de alguno de esos animales
que salen despavoridos hacia la puerta cuando su amo abre la cerradura.
En
una ocasión incluso me llevé una mordida, por suerte era invierno y sólo
consiguió agarrarme la manga del polar, aunque llegué a sentir la presión de
sus dientes en mi muñeca. Lo peor del incidente no fue el susto que me dio el
perro, si no la reacción de sus dueños: “cierra la puerta” –dijo la mujer-, “no
deben ser buenos cuando el perro le ha atacado”. Estas palabras tuvimos que
comernos cuando acababa de atacarme el animal y sus dueños, tras retirar al
perro, nos cerraban la puerta en las narices sin interesarse si el animal me
había hecho daño y sin dignarse a darme ni una palabra de disculpa. Algo
similar le ocurrió a Cristina, también con otro cánido, sólo que a ella la
mordida fue en el tobillo y tampoco llegó a perforarle la piel.
Es
muy frecuente que no nos abran la puerta y suele suceder que las conversaciones
animosas e incluso, a veces, el jolgorio que se escucha al otro lado del umbral
se convierte en un silencio casi sepulcral nada más tocar el timbre.
Unas
veces no se escucha nada más, pero sabemos que alguien nos observa a través de
la mirilla, en otras ocasiones se escuchan unos pasos que, a pesar de llevar la
intención de ser silenciosos no llegan a serlo, otras, se oye la abertura de la
mirilla y en contadas ocasiones tras el silencio se oye la voz inocente de un
niño o niña que dice a su madre: “¡mamá abre, que han llamado a la puerta!
¡Mamááá´…! ¡Abreeee…!”. Si la madre o el padre, descubiertos por la inocencia
de su hijo/a, sienten un mínimo de vergüenza te abren la puerta. A veces, escuchan lo que
tienes que decir, pero la mayoría de las veces te despachan con un “me pillas
en mal momento”, “estoy dando el pecho a mi hijo”, “tengo al niño en la bañera”,
etc. Sabes que te ha mentido, le das las gracias por abrirte la puerta y te
marchas. Pero, la gran mayoría de las veces la puerta no se abre, a pesar de la
insistencia de esa personita que desesperada sigue diciendo a su progenitor que
abra la puerta y tras esa insistencia se suele escuchar el llanto desconsolado de
ese inocente que ha sido castigado con un cachete por descubrir que hay vida
tras la puerta.
Por cosas como estas, Cristina y yo queremos
agradeceros las palabras de ánimos que nos dais cuando irrumpimos en vuestros
hogares, pues, tras tocar vuestras puertas, nos acogéis con simpatía, buen
agrado y disposición para oír lo que tenemos que decir. Nos compréis el libro o
no, agradecemos enormemente vuestra simpatía y apoyo.
Quisiéramos mencionar algunas de esas demostraciones
de cariño y simpatía:
-Hace unos meses al llamar a la puerta de una casa,
nos abrió una mujer y nos dijo que tenía poco tiempo, estaba a punto de
marcharse al hospital para cuidar de su madre enferma. Aún así nos atendió y
tras oír el argumento de nuestro libro decidió comprarlo. Hace unas semanas
volvimos a su casa para ofrecerle la
segunda parte de la historia. Esperábamos recibir las respuestas habituales: no
he tenido tiempo de leerlo, ahora no puedo atenderte, pásate otro día que aún
no he cobrado…, pero nos acogió con entusiasmo y nos confesó que aquella misma
noche se había llevado el libro al hospital y la historia la había atrapado.
Nos dijo que llevaba tiempo esperando que volviésemos a pasar por su puerta
para conseguir la segunda parte del libro.
-En otra ocasión, pasamos con la 2ª parte del libro
por casa de una enfermera. Llamamos al telefonillo y nos identificamos. Al otro
lado se oyó un grito de alegría. Mientras esperábamos que nos abrieran el portón
de acceso al patio que precede a la vivienda, nos pareció oír a un niño gritar
de alegría mientras se dirigía a saltos hacia la verja. Nuestra sorpresa fue mayúscula
al descubrir que no se trataba de ningún niño, si no de aquella enfermera que
meses atrás nos había comprado la 1ª parte del libro. Alabó el libro y se sorprendió
de que una historia tan buena no fuera más conocida porque ninguna editorial se
había interesado por ella.
-Hubo un hombre que nos compró el libro más
interesado en hacernos un favor que en el argumento que yo le había narrado y
así nos lo hizo saber: “dudo mucho que me guste la historia, pues no es lo que
suelo leer”. Pues bien, hace unas semanas pasamos por su casa para ofrecerle la
continuación de la historia, con la sensación en nuestra mente de que no le iba
a interesar, pero llamamos al telefonillo y nos hizo subir hasta su casa. Nada
más abrirnos la puerta nos dio la enhorabuena por el libro y dijo textualmente:
“es una maravillosa historia de amor que todo el mundo debería conocer. Ha sido
un placer leerte. Claro que te compro la segunda parte, ¿cuándo vale?”. Doce
con cincuenta, le dije. “Con gusto los pago” me respondió. “Felicidades y
cuando tengas otro libro estaré encantado de leerte”. Me tuve que esforzar para
no llorar. Sus palabras me emocionaron tanto que mis ojos se llenaron de lágrimas
y tuve que hacer un gran esfuerzo para no derramarlas frente a él.
-Hace
unos meses conocimos a Miguel, un chico que creo recordar no llega a los diez
años, pero que nos ha llenado el corazón con su entusiasmo. Su madre nos abrió
la puerta y se interesó por el libro, me preguntó que si le iría bien a su hijo
y le dije que si era más despierto que los chicos de su edad entendería el
libro. La madre le hizo venir a nuestra presencia y le relaté el argumento del libro.
Su mirada se iluminó tras escucharme y le dijo a su madre que le interesaba.
Ella accedió a comprarlo, pues a pesar de su corta edad, a Miguel le encanta
ver documentales de ciencia y leer libros destinados a un público de mayor edad
que la suya. Estuvimos un buen rato hablando con sus padres y descubrimos que
Miguel tiene una mente mucho más madura y despierta que la edad de su cuerpo.
La
semana pasada volvimos por su casa, llamé al portero y me identifiqué frente a
la voz de un niño, “¡Mamá, mamá! ¡El escritor de libro!” –gritó con entusiasmo
mientras pulsaba el botón para que entrásemos en el portal. Al llegar a su
puerta nos recibieron él y su madre. El chico estaba entusiasmado con nuestra
presencia, incluso fue a buscar el libro
para enseñarnos por dónde iba leyendo. Nos dijo que le estaba encantando, pero que
no había llegado más lejos porque con tantas actividades sólo tenía los sábados
para leer. Nos dijo que le gustaba mucho
que el libro tuviera palabras científicas y le gustaba aún más que en la misma
frase se explicase su significado porque así no tenía que consultar el
diccionario sino que aprendía su significado simplemente con seguir leyendo. Me
llenó de orgullo que aquel chico me confirmase que mi forma de plasmar aquellas
palabras con sus definiciones integradas en el texto de los personajes
estuviera cumpliendo mi objetivo de enseñar un poco de ciencia sin llegar a
aburrir.
-Esta
última semana ha sido una de las más difíciles de este mes para vender libros,
pero también la más satisfactoria gracias a tres de esos fantásticos lectores.
En primer lugar visitamos a Carmen, una chica de 11 años cuya madre es
profesora de primaria. La semana pasada estuvimos en su puerta, pero su madre
nos pidió que volviésemos ésta para que Carmen estuviese presente cuando le
llevásemos la 2ª parte del libro, pues ella misma había informado a su madre de
la existencia de dicha continuación y su deseo por conseguirla. Llamamos al telefonillo y nos atendió Carmen,
la ilusión se notó en su voz cuando sin soltar el auricular informó a su madre
de nuestra llegada. Una vez en su casa, la chica se mostró tímida, pero
ilusionada. Su madre nos comentó que a ella también le gusta escribir y
dibujar, es una pequeña artista en potencia.
He
de admitir que me puse bastante nervioso mientras su madre nos contaba lo mucho
que a su hija le había gustado el libro, por lo que mi mente se bloqueó y mi
dislexia hizo acto de presencia. Estuve un buen rato intentando deshacer ese
nudo en mi cerebro y escribir la palabra correctamente, pero creo que al final
mi dislexia se impuso y el significado de dos palabras distintas, pero similares en escritura acabaron por mezclarse y creo que al
final te dejé una dedicatoria con una falta de ortografía producida por esa
dislexia que en mi infancia me hacía confundir el 12 con el 21 y me obligaba a
pasar una hora más en clase todos los días. Más tarde, a medida que fui creciendo mi dislexia se complicó y comencé a escribir juntas palabras que iban separadas y viceversa. Al final acabó degenerando en escribir
palabras inventadas al mezclar palabras similares con significados
distintos o en cambiar de sitio las
letras de una palabra. Quiero aprovechar este momento para pediros perdón a
todas aquellas personas que recibís un tachón o una falta de ortografía en
vuestras dedicatorias por culpa de mi dislexia.
La
siguiente persona a la que visitamos fue a José María, un joven músico que
intenta transmitir sentimientos con su música sin necesidad de usar una sola
palabra y que nos transmitió su admiración por todas aquellas personas capaces
de escribir una historia, pues él que ha intentando en más de una ocasión
escribir una canción con palabras ha visto la dificultad que entraña y al final
no ha conseguido llegar a término. La primera vez que llamamos a su puerta nos
abrió su mujer y él vino tras ella a interesarse por el libro. En aquella
ocasión nos compraron el libro y nos alentaron a seguir adelante, mostrándonos
su apoyo y admiración por lo que estábamos haciendo, pues sabían de la dureza
de vender nuestro libro puerta por puerta. En esta ocasión José María no fue
más escueto sino todo lo contrario, una vez que él y su mujer habían leído la
primera parte de la historia estaban encantados con ella y deseando leer la
continuación. Nos alabó tanto y apoyó con sus palabras que una vez más me
emocioné y mis ojos se llenaron de lágrimas.
Después
pasamos por casa de Neftalí, curioso nombre para un español, que a mí
personalmente me gusta, aunque no lo había oído nunca en un español. El mismo
Neftalí no salía de su sorpresa y no entendía por qué su madre había decidido ponerle aquel
nombre cuando nada tienen que ver con ninguna cultura de origen hebreo. Lo
cierto es que a Neftalí no lo conocimos en un primer momento sino que fue su pareja
Carmen la que nos había atendido en la puerta de su casa. Frente a la imposibilidad
de adquirir el libro en aquel momento nos había pedido nuestro número de
teléfono. Nos despedimos de ella y nos fuimos a otro edificio. Minutos más
tarde, recibo una llamada de un chico que dice ser la pareja de Carmen y nos pide
por favor que volvamos a pasar por su casa, pues quiere regalarle nuestro libro
a su pareja. Al regresar, nos confiesa que su pareja se acaba de marchar y que
él quiere regalarle el libro.
Cuando
volvimos a pasar por casa de Neftalí nos dijo que no estaba seguro de si Carmen
había terminado el libro, pero que si sabía que estaba bastante entusiasmada
con él, pues con frecuencia le contaba algo de el libro, algo que él no quería
oír porque le quita la intriga si al final él decidía leerlo, aunque nos
confeso que en su empleo de informático tenía que leer muchos textos en inglés
y llegaba saturado a casa de tanta lectura. Es un chico encantador este Neftalí,
estuvimos una media hora hablando con él, nos compró la segunda parte del
libro, reconoció nuestra labor, nuestro esfuerzo y nos deseó toda la suerte del
mundo.
Esta
es una pequeña muestra de las fantásticas personas que nos encontramos de vez
en cuando en nuestra aventura de difundir nuestro libro.
En
el camino también nos hemos encontrado con lectores que, a veces nos dejan que
le contemos de qué va el libro y en otras ocasiones ni siquiera nos dejan
hablar, aunque coinciden en decirnos que ellos no leen ningún libro a menos que
se lo recomiende alguien o sea conocido. Algunos incluso nos dicen “no es por
desmerecer tu trabajo, pero no leo libros si no tengo una referencia”, imagino
que así piensan que no te hacen daño, pero sienta muy mal que te digan esas
cosas, porque sean conscientes o no, dan a entender que, como el autor es el
que vende directamente el libro por la calle, el libro no debe ser bueno. Si un
autor conocido y de renombre llamase a su puerta ofreciéndoles su libro lo
comprarían sin pestañear, pero seguirían sin tener la garantía de que la
historia les fuese a gustar, eso sí, se sentirían orgullosos al relatar como el
escritor llamó a su puerta.
Personalmente
he leído libros con el membrete “Best seller” que a mi juicio no valen eso, he leído
libros recomendados que no me han
gustado nada. Es cierto que un libro recomendado puede tener cierta garantía,
pero no siempre es así, puesto que es muy difícil gustar a todo el mundo.
Os
he puesto algunos ejemplos de personas a las que les ha gustado la historia,
pero también las hay a las que no les ha gustado, es algo lógico y normal, no
todos tenemos el mismo gusto.
Hace
unos días, visitamos a un hombre para ofrecerle la 2ª parte y a la pregunta:
¿le ha gustado el libro? Nos respondió:”regular, demasiada fantasía para mi gusto.
No voy a querer la 2ª parte”.
Si
lo pensamos un momento, vivimos constantemente en un mundo de fantasía, pues
nuestra mente está continuamente elaborando hipótesis, ilusiones, expectativas
que son en sí fantasías y que sólo se convierten en realidad si día a día
encaminamos nuestro trabajo, nuestro esfuerzo y nuestra ilusión en hacer
realidad esas fantasías: un trabajo mejor, una pareja a la que querer y que me
quiera, una casa en el campo, llevarme bien con mis hijos, ser feliz aunque el
día a día haga que me cueste llegar a fin de mes.
La
vida tiene mucho de fantasía y, a veces, la fantasía de los libros tiene mucho
de realidad.
Tampoco
hace mucho que visitamos a una chica para ofrecerle la 2ª parte. La primera vez
que la vimos nos recibió muy cordialmente, nos compró el libro y nos indicó en
qué puerta podían comprarnos el libro. Pues bien, cuando volvimos y tocamos el
telefonillo, nos dijo que empezó a leer el libro y no lo acabó. Nos dijo como
con miedo que no quería la 2ª parte y nos quedamos alucinando por el trato
recibido, pues parecía que la chica al hablar con nosotros había estado
hablando con el mismo demonio. Digo esto, porque es lo que sus palabras nos
hicieron sentir, transmitían miedo y desconfianza. No entendemos por qué,
parece que el libro le dio miedo y no lo acabó.
En
alguna que otra ocasión nos han dicho que el libro es muy infantil. La verdad
es que no veo qué tiene de infantil, a menos que se refieran a que es muy
fantasioso. En ese caso admito, que tiene fantasía, pero no todo lo que parece
fantasía en el libro lo es, hay mucho que, aunque no lo parezca, es real.
Muchas
gracias a tod@s por vuestro
apoyo.
Acabo de abriros la puerta, os pido perdón porque me he quedado descolado y sin saber reaccionar.
ResponderEliminarEspero disfrutar mucho de vuestro libro, me ha enganchado la idea sobre la que versa y también me ha enganchado esa paz, esa energía positiva que ambos desprendéis.
Mucha suerte con el libro, que sin conoceros en absoluto, estoy seguro que os la merecéis.
Muchas gracias por tu apoyo. Esperamos que te guste la historia.
EliminarSaludos de Juan y Cristina.
El 7 de agosto llamaron a nuestra puerta, dos días antes nos habíamos casado y en mi casa había muchísima gente,mi ya marido fue a abrir la puerta y se encontró a una pareja muy simpática que quería vender un libro,la sorpresa se la llevo al descubrir que era el propio autor el que vendía su novela,que iba casa a casa,puerta a puerta vendiendo su obra,la idea le pareció genial y no dudo en comprar el libro. Cuando se despedido y entro,me enseñó el libro y me contó que era el autor del libro el que se lo había vendido,sin dudarlo le dije que saliera y le pudiera por favor que nos lo firmara, salimos los dos y he de decir que ya me encantaron las palabras que utiliziraon para contarnos la historia de ka que se trataba el libro que en mi luna de miel me hacia fantástico los ratitos de lectura que iba encontrando.Sin duda un libro genial.Ojala tengáis muchísima suerte.Un saludo y estaré encantada de poder leer mas libros de usted.
ResponderEliminarHola Rocío, nos alegra mucho que te haya gustado la historia y nos halaga que la hayas leído a ratitos en vuestra luna de miel.
EliminarGracias por hacernos un hueco en esos días tan importantes de vuestras vidas.
Saludos y agradecimientos para ti y para José Luís por confiar en nuestro libro.
Si os interesa la 2ª parte de la historia envíanos un correo a edicionmarsupio@yahoo.es y os la llevamos a casa.
Esperamos que os vaya muy bien en vuestra vida.
Saludos de Juan y Cristina.