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miércoles, 27 de junio de 2018

¡Basta ya de abusos!


Basta ya de abusos, de vejaciones, de malos tratos sicológicos y físicos. Basta ya de criticar, de menospreciar a los demás, ya sea por su físico, su sexo, su raza, religión o intelecto, por su nivel de riqueza o de pobreza.
Basta de insultar a los demás porque nos parezcan feos, gordos, flacos o pecosos. ¿Qué te pasa? ¿Acaso te duelen los ojos cuando ves mi “fealdad”, mi “gordura”, mi “escualidez”, mis pecas o el color de mi piel? No, claro que no. No sientes dolor al mirarme, ¿quizás sientas asco? Pues, lo siento mucho, pero yo no elegí ser así y tengo que vivir con ello, me guste o no, así que trágate tu vómito y disfruta del sabor de tu propia asquerosidad. Además, ¡a ti que te importa cómo soy o dejo de ser! Vive y deja vivir, porque hoy te ríes de mí, pero mañana quizás sean otros los que se descojonen de ti, porque tu guapura de hoy, puede convertirse en tu fealdad mañana. Tu éxito actual puede transformarse en tu decadencia futura, en tu maldición, en tu dolor. Porque como se suele decir “a todo cerdo le llega su San Martín”.
¿A qué viene todo esto os preguntaréis? Pues a que estamos cansados de ir puerta por puerta vendiendo nuestros libros y descubrir la inmundicia en la que se encuentran multitud de buenas personas.
¿Y qué nos importan a Cristina o a mí las desgracias ajenas pensaréis? Pues nos importan mucho, porque nosotros no sólo vendemos un libro, vendemos nuestro trabajo. Un trabajo lleno de experiencias propias, de lecciones aprendidas con dolor y esfuerzo, con miles de miedos a los que hemos tenido que hacer frente para poder superarlos y a millones de lágrimas derramadas durante el aprendizaje. Y claro que nos importa el sufrimiento que vemos en las buenas personas que encontramos tras algunas puertas, porque en cada una de esas personas hay una pequeña de parte de Cristina y una pequeña parte de mí, porque esas personas han sufrido o sufren situaciones y vivencias que también hemos vivido nosotros, a eso se le denomina empatía. Alguno de vosotros/as quizás desconozcáis el significado de empatía,  pues es la capacidad de ponerse en la piel de la persona que tienes enfrente y de comprender su dolor, porque tú ya pasaste por esa experiencia o por una similar y sientes una necesidad incomprensible de ayudar a esa persona que está sufriendo.
Hemos de decir que la empatía es algo de lo que carece el 99% de las personas que nos encontramos día a día y, aunque no lo creáis, es un gran problema para esas personas no empáticas porque significa que tendrán que superar muchos problemas y enfrentarse a muchas situaciones dolorosas para poder llegar a aprender y a sentir el significado de esa palabra tan extraña.
Volviendo al tema, en estos 5 años de andadura hemos encontrado cientos de personas que viven alguna situación dolorosa producida por una pareja dominante y machista, ya sea hombre o mujer, que de todo hay, un hermano/a, un vecino/a, un compañero/a de trabajo, un jefe/a, etc.
Piensa el acosador o maltratador que por ser hombre tiene derecho sobre su pareja e hijos y que ellos tienen que acatar sus deseos y sus órdenes sin rechistar por el mero hecho de ser el hombre de la casa, el macho dominante. ¡Cuán equivocado está! Ser un hombre no es tener un colgajo entre las piernas, es saber escuchar, ser capaz de comprender a los demás, dar a cada cuál el sitio que le corresponde, tener la capacidad de ayudar y proteger al necesitado o al desvalido, tenga la identidad sexual que tenga, ser capaz de llorar cuando siente la necesidad de hacerlo, sabiendo que las lágrimas derramadas no son su flaqueza sino el agua que depura y renueva su ser, que le limpia el dolor y le da la fortaleza que necesita para seguir adelante. Ser hombre es ser compasivo con uno mismo y con los demás, es ser generoso, es no avergonzarse de quien es ni de lo que siente.
En cambio, ese “ser” machista y dominante que se autoproclama “Hombre” no es más que un despojo, un desecho, un residuo que no merece ser considerado miembro de la especie humana y ni si quiera parte del reino animal, porque los animales no hacen daño por el placer de hacerlo, simplemente siguen sus instintos de supervivencia para alimentarse o para procrear y carecen de una mente que les haga discernir entre el bien y el mal. Aunque hay animales que de animales sólo tienen el cuerpo, porque sus comportamientos son bastante humanos.
También nos encontramos con mujeres que se comportan como el ser despreciable que acabo de describir, confunden reclamar su lugar en el mundo, defender su identidad femenina con el papel que desempeña el “Hombre”, ese ser orgulloso de su entrepierna. Reclamar los derechos de la mujer no es transformarse en ese ser despiadado, machista y autoritario que se autoproclama “Hombre”. Ser mujer es exactamente lo mismo que ser hombre, es decir, es ser compasiva, buena persona, generosa, protectora con los débiles, tener la capacidad de llorar sin sentirse débil, ser capaz de vivir su vida sin tener que dar explicaciones a nadie, etcétera, porque en realidad ser hombre o mujer es exactamente lo mismo, es ser persona.
Esa persona que daña, acosa o abusa de otra persona no tiene ni idea del daño real que le está haciendo a su víctima. Quizás le vea los moratones en la piel, el miedo que le infunde reflejado en sus ojos, en su comportamiento esquivo y complaciente que intenta evitar a toda costa el conflicto para que no la insulte, la degrade o la ataque físicamente. Quizás sea consciente del temblor de su voz cuando tiene que dirigirse a él/ella para cualquier asunto, o el de sus manos, que miedosas e indecisas tiemblan en su presencia. Quizás la vea llorar o gritar de dolor, pero lo que no ve, lo que no sabe es que al mismo tiempo que la domina la está empujando hacia la enfermedad. Y no nos referimos a una enfermedad mental, que también, porque cuando alguien te acosa a cada segundo de tu vida, tu mente comienza a desconfiar hasta de tus propias emociones y de tus propios sentimientos. ¿Tendrá razón? ¿Seré esa persona inútil que dice que soy? ¿Estaré exagerando las cosas? ¿Seré yo el/la culpable de que me trate así? ¿Mereceré que me grite, me insulte y me pegue porque no me porto bien con él/ella?
Sí, la persona en una situación como la que acabo de describir comienza por echarse la culpa de todo aquello que el pasa, pero ella no tiene culpa de nada y, a pesar de todo, su mente se culpa, pues el maltratador/a ha conseguido el primer paso: conseguir que la mente de la víctima enferme y no sea capaz de ver la realidad de su situación. El segundo paso es la enfermedad física que la persona acosada o maltratada acaba desarrollando tras una larga situación de sumisión y maltrato.
Con respecto a esta afirmación de que la enfermedad física está relacionada con el maltrato es muy probable que penséis que estamos exagerando, que nos estamos metiendo en camisa de once varas, que no somos médicos para decir tal cosa. En cierto modo tenéis razón, no somos médicos, sólo una administrativa y un técnico en laboratorio con algunos conocimientos de medicina, pero no llego a tanto. Eso sí, tenemos a nuestro favor que no nos conformamos con la primera explicación que encontramos, buscamos, comparamos, nos informamos e intentamos comprobar con nuestra propia experiencia si algo es así o no, nunca damos nada por sentado. Es algo muy recomendable, buscar respuestas por uno mismo para que una vez encontrada toda la información discernir cuál es verídica y cuál no. Lo que sí que es cierto es que la mayoría de las personas que encontramos en nuestro camino y que han pasado o están pasando un cáncer o enfermedad grave curiosamente, han vivido una experiencia traumática previamente al diagnóstico del cáncer/enfermedad o la están viviendo en el momento del diagnóstico y cuando hablamos de experiencia traumática nos referimos a situaciones de maltrato sicológico, físico y a situaciones familiares (perdida de hijos por muerte, discusiones o porque están lejos de ellos, por no poder tenerlos, rencillas entre familiares), laborales (pérdida del trabajo, acoso laboral) e incluso económicas (deudas que no pueden pagar) que estas personas son incapaces de superar.
Pensaréis que son coincidencias, pero ¿tantas coincidencias son posibles? Para Cristina y para mí está claro que no. Creemos firmemente que existe una relación directa entre el padecimiento de enfermedades, incluido el cáncer, y los problemas a los que nos enfrentamos día a día y que no conseguimos superar. Además, incluso la medicina admite que el estado de ánimo influye en la salud de las personas. Aquellas personas que son felices enferman menos que las que están pasando dificultades.
Me diréis que es normal que una persona infeliz esté inmunológicamente más débil y esa circunstancia la predisponga a enfermar con más facilidad que la que tiene el sistema inmune en perfecto estado, pero que entre eso y afirmar que un cáncer se pueda desarrollar por pasar una mala situación, por muy mala y desoladora que sea, hay un abismo. Es posible, pero la comunidad médica admite que una persona que tenga en su ADN los genes que la predisponen a un cáncer puede desarrollar o no la enfermedad dependiendo de las causas ambientales a las que se exponga, de modo que si no hay nada que active esos genes el cáncer no aparecerá y la persona morirá de vieja o de otra enfermedad que no tiene nada que ver con el cáncer. Hablar de causas ambientales que activen los genes es algo muy amplio: pueden ser sustancias químicas en el ambiente, radiaciones solares o de otro tipo e incluso situaciones de estrés, y un acoso o un problema grave al que no se le ve solución es una gran situación de estrés.
Cada cual que piense lo que quiera, pero nosotros creemos que la información es poder y cuanto mejor se esté informado de todo, sobre todo en salud, mucho mejor.
Existe un médico al que se le ha difamado e incluso encarcelado por afirmar que el 90% de los cánceres tienen origen en un trauma o conflicto que ha tenido o tiene la persona que desarrolla el cáncer y el 10% restante se debe a herencia genética y causas ambientales como la exposición a radiaciones o sustancias químicas. Este hombre es el doctor Alemán Ryke Geer Hamer que en los años 80 hizo este descubrimiento tras analizar y estudiar multitud de casos de cáncer en el hospital en el que trabajaba. Este hombre relacionó los tipos de cánceres de sus pacientes con los problemas o los conflictos que ellos tenían. ¿Cómo se le llegó a ocurrir hacer esta relación? Pues, hizo su gran descubrimiento tras contraer cáncer de testículos tras la muerte de su hijo Dirk.
En sus libros “La génesis del cáncer” y “Cáncer de mama” explica sus descubrimientos.
Tanto él como su mujer desarrollaron cáncer tras la muerte de su hijo. Su mujer no consiguió superarlo, pero él sí que se curó y se recuró por completo tras resolver su conflicto, la pena que le había producido la muerte de su hijo.
Si buscáis información en internet y sobre todo si leéis sus libros descubriréis cómo lo hizo y cómo cualquier persona puede curarse sin cirugía, quimioterapia o radioterapia.
Pensaréis que si esto es así, ¿por qué siguen muriendo millones de personas en el mundo por cáncer? La respuesta es sencilla, existen intereses económicos centrados en convertir la enfermedad en crónica, porque así se puede conseguir más dinero de ella que curándola. Sólo tenéis que buscar por internet.
Estamos convencidos de que pensaréis: ¿cómo es posible que podáis saber de maltrato y de enfermedades relacionas con situaciones difíciles?
La respuesta es muy simple, sólo el maltratado puede hablar realmente de lo que es el maltrato. Tanto Cristina como yo hemos sufrido situaciones de acoso, maltrato o injusticias en el colegio, en la familia, en el trabajo y por supuesto puerta a puerta y ambos hemos sufrido alguna enfermedad que como el doctor Hamer afirma son el resultado de ese tipo de problemas o conflictos.
¿Qué tipo de sucesos son esos? Eso queda para nosotros. No es bueno airear los trapos sucios, pero sí que tenemos bien clara una cosa y es ayudar en la medida de nuestras posibilidades a esas personas que encontramos en nuestro camino y que a día de hoy están pasando por alguna de las duras situaciones que nosotros mismos sufrimos.

Esperamos que toda esta parrafada os sirva para algo en vuestras vidas.

Recordad que ante cualquier problema o dificultad no es de cobardes pedir ayuda, pero mirad bien a quién solicitáis esa ayuda para que la situación no se vuelva aún peor.

Sacad la fortaleza que lleváis dentro y no dejéis que nadie os coaccione, chantajee u os haga daño.  

En definitiva, ser buena persona y agradable hacia los demás no cuesta nada y vale mucho.

Hagamos el mundo mejor tratando a los demás como nos gusta que nos traten a nosotros.

Todos tenemos problemas, pero no dejemos que nos amarguen la existencia y sobre todo no dejemos que esos problemas perjudiquen a las personas que nos encontramos en el camino y que no tienen nada que ver con ellos.

3 comentarios:

  1. Quiero pedir perdón a la persona que ayer nos dejó aquí un maravilloso mensaje de ánimo, porque una vez más me equivoqué y borré el mensaje al intentar ponerlo como público.
    Queremos darte las gracias por tus palabras, fueron muy reconfortantes.
    Perdona mi error.
    Saludos de Juan y Cristina.

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  2. Hola! Soy Carmen de utrera me podeis dar vuestro numero de telefono? Perdon por los acentos pero no se ponerlos con este teclado, por cierto me he llevado 3 dias que no me dolia la espalda! En cuanto a vosotros soys empaticos, mucho! Al leer este texto,es como si ya lo hubiese eschuchado de vosotros! Soys atentos, muy humanos, llenos de ternura y sabeis escuchar a la gente, ya ademas, de haber estudiao!! Jjjjjjj! Teneis um master en sicologia" un abrazo!

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    1. Hola Carmen, nos alegra mucho que te funcionase el reiki.
      El número de teléfono no te lo podemos dar por aquí. Deberías habernos enviado un correo, pero no te preocupes, llamaremos a María Luisa, tu vecina, para que te lo dé.
      Gracias por tus palabras y por acogernos en tu casa.
      Ánimo, que todo pasa si uno se esfuerza en seguir adelante.
      Saludos y abrazos de Juan y Cristina.

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